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  OOO. EPÍLOGO

Al abrir los ojos esa mañana, YoonGi gruñó por la luz del sol que le pegaba directamente en los ojos. Tuvo que cubrirse con una mano para que dejara de molestarle, aunque ya se hubiera espabilado.

No sabía por qué accedio a mudarse con HoSeok, en vez de haberse quedado en su ático tranquilo, cómodo y, sobre todo, sin ventanas. ¿Por qué demonios había salido de su zona de confort?

—Mhmm... Buenos días.

Ah, sí. Por esto.

—Buenos días —respondió con una sonrisa cuando conectó sus ojos con los de HoSeok, mismos que se veían adorables por los rastros de sueño en su hinchado rostro—. ¿Dormiste bien?

—Siempre lo hago —bostezó frotándose la cara. Le dio una sonrisa también—. ¿Qué hora es?

YoonHi se apoyó en su codo para mirar al reloj de la pared. —Las siete y media —respondió. HoSeok le dio un asentimiento y cerró los ojos de nuevo, cosa que YoonGi aprovechó para robarle un beso en los labios, haciendo que su novio riera y lo apartara.

—YoonGi~ no nos hemos lavado los dientes.

—¿Y? Yo quiero besarte —replicó tratando de hacerlo de nuevo. HoSeok intentó escabullirse de su cuerpo, recibiendo los besos en su rostro entre risas de ambos. Duraron así un rato antes de que la alarma en el celular de YoonGi sonara, confundiéndolos porque era domingo, y ellos no tenían ningún motivo para poner una alarma el día domingo, y menos a las 8 de la mañana.

—¿Por qué pusiste la alarma? —preguntó HoSeok apagándola.

—No recuerdo —frunció los labios—. Pero siento que es importante.

La pantalla del celular se encendió anunciando una llamada por parte de NamJoon, causando el doble de confusión.

¿Qué carajos hacia NamJoon despierto un domingo tan temprano? Para él debía ser de madrugada todavía, y más con el ritmo de vida que llevaba últimamente.

—¿Aló? —contestó YoonGi.

—Oh, estás despierto —NamJoon se rió—. Eso es bueno, supongo que no lo olvidaste después de todo.

YoonGi parpadeó perplejo.

—Eh, no. Obviamente no lo olvidé —asintió, pero en su mente estaba tratando de recordar cada jodida fecha importante de su vida.

¿El cumpleaños de NamJoon? Había sido al inicio del mes. ¿El aniversario de sus padres? Estaba seguro de que su mamá había llamado hace dos meses para quejarse de «otro año más que no me lleva a un crucero en el Caribe». ¿El funeral del pez dorado, quizás? Aunque eso sería extraño, ellos nunca tuvieron pez dorado.

—Está bien, me alegra. Pues ya vamos en camino. Sólo nos falta comprar el pastel —comentó.

¿Pastel? ¿Era un cumpleaños?

—Ah, ya veo... Los esperamos entonces.

—Bien, si ya terminaste de fingir que sabes de qué hablo, levántate y ve a arreglarte. Tu sobrino va muy emocionado porque su fiesta de cumpleaños será en la casa de «Tío Gigi».

Entendimiento llegó de golpe a él, terminando por golpearse la cara con la palma de la mano bajo la mirada de HoSeok.

—¡Ugh, haberlo dicho antes, hombre!

—¡Dijiste que lo recordabas! ¿Quién mierda olvida el cumpleaños de su sobrino?

—¡Yo no recuerdo ni mi propio cumpleaños, para empezar!

—¿Lo olvidó, no es así? —La voz de JiMin sonó al fondo—. Decepcionado, pero no sorprendido.

—No esperamos nada de ti y aun así consigues decepcionarnos.

—¡¿Si saben cómo soy para qué me invitan?! Ash, ¿saben qué? Nos vemos al rato —colgó para no seguir perdiendo tiempo. Se levantó rápidamente hacia el baño, sacándose la ropa en el camino y cogiendo la crema dental para cepillarse en la ducha.

HoSeok se asomó al rato, mirándole sumamente desconcertado.

—Mmm, no es que me importe, pero... ¿Por qué estás enjuagándote la boca con shampoo?

—GJAHSJAHGSHS —intentó explicar. Aunque claro, no se le entendió nada, así que tuvo que detenerse para escupir—. ¡Es el cumpleaños del mocoso! ¡Ya vienen en camino!

—¡Por la pu-! ¡¿Por qué no me dijiste?! —De inmediato tomó el cepillo y lo bañó en enjuague bucal—. ¡Pásame el jabón! ¡A la mierda el desayuno!

—¡Pero yo quiero desayunar!

—¡No hay tiempo para eso!

(♡)

El timbre sonó, y al abrir la puerta se encontró con NamJoon, JiMin, y en los brazos de este al pequeño cumpleañero.

—¡Tío Gigi! —exclamó JungWon extendiendo sus brazos para que lo cargara. YoonGi lo hizo, haciéndole cosquillas y despeinándole el cabello.

—¡Hey, pero si aquí está mi sobrino favorito! ¡Feliz cumpleaños!

—Sobrino favorito dice —murmuró JiMin con una mueca escéptica

—No le queda de otra, es su único sobrino —afirmó NamJoon encogiéndose de hombros.

YoonGi los miró mal y les sacó la lengua. HoSeok apareció desde la cocina y los saludó con la mano, emocionándose al ver a JungWon.

—¡Miren que grande estás, pequeño! Has crecido mucho —lo tomó en sus propios brazos, esperando el «hola, tío HoSeok» de siempre, pero...

—HoSeok-ssi —dijo JungWon señalándolo con su dedo.

La sala se quedó en silencio tenso, mientras HoSeok analizaba el rostro del niño en sus brazos. De repente miró a JiMin con los ojos entrecerrados y las cejas temblando. JiMin tenía los ojos puestos en cualquier lado de la habitación, rascándose la nuca y silbando distraídamente.

—Park JiMin...

—¡Iré a buscar el pastel al auto! —exclamó este saliendo apuradamente.

NamJoon y YoonGi se rieron por el puchero disgustado que tenía HoSeok, al menos hasta que JungWon extendio su dedo hacia el hermano menor y dijo.

—Gigi hemano idiota.

—Pero qué...

—¿Qué, JiMin? ¿Necesitas ayuda con las cosas? —NamJoon gritó a las afueras de la casa—. Oh, ¡ya voy cielito! —dijo sonriendo y saliendo igual que JiMin.

Yoongi y HoSeok se quedaron ahí parados, agendando un reclamo para más tarde.

—Ah, feliz cumpleaños, JungWon —dijo HoSeok con un suspiro.

Gacias, tío HoSeok.

(♡)

Los niños corrían por todos lados sin orden alguno, riendo y gritando cosas que no se entendían por la música alegre e infantil. JiMin y HoSeok se encargaban de repartir las chucherías y mantener a los niños seguros, mientras YoonGi y NamJoon se encontraban sentados en el sillón, conversando y de vez en cuando atendiendo a los adultos que habían asistido.

—Esto me recuerda a los cumpleaños que organizaba mamá —comentó YoonGi dando un sorbo a su cajita de jugo (era una fiesta 0 alcohol).

—Sólo que mamá no nos daba a escoger la temática. Siempre ponía los Power Rangers —bufó—. Lo peor es que nunca me dejó ser el rojo.

—A mí tampoco. Siempre fue Jisoo —afirmó, aunque el recuerdo de su prima presumiendo que era el Power Ranger rojo, mientras a NamJoon y YoonGi les tocaba el negro o verde, se le hacía bastante divertido a estas alturas.

—JiMin iba por el mismo camino que mamá. Insistía que hiciéramos el cumpleaños de Iron Man, pero JungWon no lo dejó —se rió, contagiando a YoonGi—. Aunque me siento orgulloso, a decir verdad. Cuando JungWon dijo que quería su fiesta de astronautas nos explicó que le gustaría serlo de grande, para traernos una estrella a todos nosotros —su sonrisa se hizo cariñosa, mientras miraba a su hijo tirar del pantalón de JiMin para que le diera una galleta para SungHoon, porque a el pequeño le daba pena pedirla—. Me siento...

—¿Como un padre enternecido? —inquirió con diversión.

NamJoon se encogió de hombros y palmeó el hombro de Yoongi.

—Iré a ayudarlos, no te vayas a comer la gelatina.

—No prometo nada.

Su hermano rió y fue hasta JiMin y HoSeok. De inmediato JungWon le dijo que lo cargase, y NamJoon lo hizo. JiMin sonrió y dejó un beso en la mejilla de JungWon, y uno en los labios de NamJoon.

HoSeok se les quedó mirando con una pequeña sonrisa en sus labios, aunque sus ojos estaban algo decaídos, notó YoonGi. No le duró mucho, pues pronto le llamaron la atención, invitándolo a jugar Alé Limón, y HoSeok aceptó entusiasmado.

YoonGi bufó y sacó su celular para distraerse mirando Twitter, aunque su mente no estuviera en ello, sino en lo mucho que las cosas habían mejorado esos tres años que habían pasado.

Empecemos porque JiMin y NamJoon sí se habían casado en Hawái, y como no pudieron asistir obviamente, organizaron una fiesta pequeña al regresar dónde fingieron una segunda boda. ¿Y a qué no adivinan quien hizo de pastor?

Exacto, HoSeok. YoonGi no pudo hacerlo sin echarse a llorar de la emoción apenas decía «Bienvenidos». Al final terminó acurrucado en el costado de su mamá durante la ceremonia falsa, pero que significaba mucho más de lo que podría explicar en palabras.

Después de eso vino otra celebración, un año después de que se casaran: la adopción de JungWon.

Fue un proceso difícil, y en efecto hubieron momentos en los que HoSeok y YoonGi tuvieron que ir a medianoche a la casa de su hermano a ayudarlos a no desistir, pues parecía que el tribunal no les iba a dar la oportunidad de adoptar. Fue tan horrible verlos llorando por el terror de no poder tener a su hijo, que YoonGi se sintió desconcertado; no estaba acostumbrado a ver a NamJoon y JiMin siendo tan frágiles, teniendo tanto miedo. Pero estaba bien, porque eso demostraba de verdad lo mucho que ellos querían formar su familia.

Finalmente, gracias a Dios se les concedió el permiso de adoptar, y sólo los que presenciaron cuando NamJoon abrió la carta, podrían decir lo hermoso que fue verlos celebrando y abrazándose mientras reían de la felicidad. No pasarían ni seis meses cuando un pequeño niño de cuatro años, que tenía demasiado parecido a ellos —casi como si fuera hijo biológico— entró por la puerta, llenando sus vidas de una alegría distinta, pero que sin dudas les había hecho falta. Ahora YoonGi era tío, ¿pueden creerlo?

En cuanto a su relación con HoSeok, todo iba de maravillas. Cuando NamJoon y JiMin volvieron de Hawái, ya ellos estaban viviendo juntos. Se graduaron hace dos años, y ahora todos tenían una pequeña escuela de música/danza para niños, que poco a poco iba creciendo gracias a inversiones por parte de sus padres y los representantes de sus antiguos alumnos. Y gracias a lo bien que les iba YoonGi podía hacer algo que siempre quiso...

Comprarse una almohada de Rías Gremory tamaño real.

Nah, no es cierto (disque). Lo que pudo hacer desde que empezó a ganar su propio dinero era llenar de mimos a su novio, cosas materiales que no había tenido de pequeño, y que, aunque no eran un pilar en su relación, hacían un gran aporte a esos días dónde HoSeok estaba decaído. Cuando YoonGi llegaba con un videojuego o un peluche, y veía a HoSeok convertirse en un niño de siete años con sonrisas radiantes.

¿Era feliz así? Definitivamente. Ya ni siquiera podía recordar cómo era salir con una chica, a duras penas y se acordaba de la orgía que habían hecho con JiMin y NamJoon.

Bueno, quizás fuera porque él mismo decidió olvidar eso.

Pero ya, enserio estaba bastante contento con su vida actual, siendo tío y teniendo una relación con su perfecto novio, Jung HoSeok.

No obstante, a decir verdad, no es como si no tuvieran problemas, los tenían, sólo que no se dejaban guiar por la molestia para terminar haciendo algo absurdo. Y no es como si pelearan tan seguido, la discusión más grande que habían tenido fue porque YoonGi había celado a HoSeok con Seulgi, una de sus ayudantes en la escuela. Fue tonto de su parte, pero en ese entonces no lo quiso admitir, tuvieron que hablarlo un mes después para solucionarlo y, de paso, tener sexo de reconciliación.

Porque sí, ellos habían superado el asunto del sexo un mes después de la dichosa orgía, después de haber salido a beber.

Y aquí entre nos, lo llevaban más que bien, tanto así que YoonGi ya incluso había sido el pasivo, aunque sólo fueron dos veces y porque HoSeok había sentido la necesidad de ser quién metiera la polla —ya saben, ese sentimiento de ser quién follara, cosas de hombres. Y Yoongi lo entendió, y amablemente se dejó hacer; no lo disfrutó tanto, pero sin dudas tampoco fue tan malo como aquella vez de los dedos. Y como dijimos, nada más era una alternativa por si HoSeok tenía sus necesidades. Nada más.

Sentía como si hubiera aprobado alguna materia esencial de la vida, ¿sí entienden? Como si hubiera recorrido un gran camino en busca de un cofre del tesoro, encontrándose con muchos inconvenientes en el camino, pero al final encontrando lo que tanto anhelaba; un amor genuino.

—¡Tío Gigi! ¡Toma, toma! —JungWon llegó corriendo a él, con un anillo de caramelo en su mano.

YoonGi le sonrió confundido.

—¿Para qué es esto?

—¡Para que le pidas mati- matimonio a tío HoSeok-ssi! —explicó mostrándole su dedo anular—. ¡Papá y papi tienen un anillo en este dedito, poque son esposos! Tío HoSeok-ssi y tú deben tened un anillo también.

—Y-Yo... —YoonGi balbuceó, sin saber muy bien qué decir.

—Hey, cumpleañero. Tus amigos están buscándote. Es hora de romper la piñata —HoSeok apareció, colocando una mano en el cabello de JungWon para agitarlo.

—¡Piñata, piñata! ¡Pedí que fuera de un cohete, para llevad a todos mis amigos a la luna, tío Gigi! —dijo emocionado, y YoonGi pudo entender a qué se refería NamJoon hace rato.

—¿Y qué esperas? Anda con ellos.

—¡Sí! —dijo alzando su puño antes de salir corriendo hacia sus amigos y padres, quienes precisamente estaban admirando la piñata en forma de nave espacial.

HoSeok se rió y miró a YoonGi en busca de que se riera también, pero YoonGi no estaba en esa onda. Sus ojos estaban puestos en el anillo de dulce que seguía en su palma, pensando en qué tan peligrosa era la inocencia de los niños pequeños.

—¿YoonGi? ¿Todo bien? —preguntó preocupado.

—Sí, eso creo.

Obviamente HoSeok no lo creyó, y pronto estuvo sentado a su lado, una mano en su muslo apretando con consuelo.

—Oye, ¿Por qué me mientes? Eso nunca te funciona.

—Oh —bufó con gracia, dando una rodada de ojos—. Hablas como si fueras un adivino.

—No, pero soy tu novio, que es probablemente peor.

YoonGi sí se rió esta vez, y HoSeok se notó complacido por ello.

—¿Y bien? ¿Qué tienes?

—Yo... —Yoongi analizó qué tan alocados sonarían sus pensamientos si los decía en voz alta, pero de todas maneras no es como si tuviera la opción de no decirlos—. Sólo me preguntaba cuándo será nuestro turno.

—¿Nuestro turno?

—Sí, ya sabes... De ser quienes organicen fiestas por... por nuestro matrimonio, adopción y cosas así.

HoSeok guardó silencio ante sus palabras llenas de vergüenza, pero su rostro no reflejaba nada, ni siquiera un atisbo de sorpresa.

YoonGi estuvo a nada de retractarse o reír con histeria (o ambas cosas), pero entonces HoSeok se rió levemente y le acarició el hombro con tranquilidad.

—Bueno, para eso tendrías que pedirme matrimonio, tonto —señaló con obviedad.

—Qué... —YoonGi balbuceó, impactado—. ¿Ya estás listo? —murmuró en voz baja. HoSeok se encogió de hombros, sin dejar de sonreír.

—Supongo que eso tendrás que averiguarlo —dijo mirando de soslayo el dulce que YoonGi seguía teniendo en la mano.

Respirando en busca de no entrar en pánico (algo que estaba próximo a suceder), YoonGi se influyó valor y, sin importarles el hecho de que estaban en una fiesta de cumpleaños, con muchas personas junto a ellos, tomó la mano de HoSeok entre las suyas y lo miró a los ojos.

De verdad estaba a punto de...

—Yo... no sé muy bien qué decir. Supongo que lamento no haber planeado esto con antelación o.... ser un poco más romántico —resopló nervioso. HoSeok apretó sus manos para que no dudase, lo cual sí ayudó un poco—. Sólo, quiero pedirte esto ahora, porque creo que ambos nos acabamos de dar cuenta de lo mucho que necesitamos hacerlo. Quiero poder vivir esas experiencias contigo, poder decir que superamos muchas cosas, y que a pesar de que no estaba en nuestros planes enamorarnos, somos felices de compartir una vida como novios... —sus mejillas se sonrojaron, y YoonGi se sintió un adolescente de nuevo—. Antes, jamás se me hubiera pasado por la mente pedirle matrimonio a un chico, y creo que hubiera sido imposible si ese chico no fueras tú. Entonces... si ya estás dispuesto a compartir el resto de tus años junto a mí... Me gustaría pedírtelo ahora —con cuidado, puso el anillo de dulce en el dedo anular de HoSeok, tomando una respiración profunda antes de apretar los ojos y soltar—. Jung HoSeok... ¿Te gustaría casarte conmigo?

Escuchó un suspiro tembloroso salir de los labios de su novio, y antes de darse cuenta HoSeok estaba abrazándolo por los hombros con fuerza, su rostro oculto en uno de ellos. YoonGi abrió mucho los ojos al escuchar la respuesta susurrada.

—Sí, claro que quiero casarme contigo, Min YoonGi.

Su corazón dio un vuelco, y sin darse cuenta sus propios ojos se llenaron de lágrimas. Era una felicidad tan grande que resultaba extraña, pero a YoonGi no le importó. No hizo otra cosa más que rodear la cintura de su pequeño y apretarlo contra sí, diciéndole lo mucho que lo amaba y recibiendo a cambio las mismas palabras.

Era, sin dudas, el mejor momento de su vida.

—Ay, pero que bello el amor.

—Jódete, NamJoon.

Ignoró la risa de su hermano y cuñado, sólo separándose cuando se les anunció que era hora de picar el pastel. Entrelazando sus manos fueran hacia la mesa y acariciaron el cabello de JungWon, anhelando empezar a crear su propio futuro juntos.

Después de todo, había valido la pena aprender a ser gays.

(♡)

Objetivo de la historia: Crear consciencia de lo mucho que conlleva la homosexualidad. Enseñar que la sexualidad suele ser confusa y, en ambas partes, frustrante, porque a veces las personas no saben qué hacer cuando se dan cuenta de qué les gusta y lo que no, y suelen cometer muchos errores.

¡Muchas gracias por leer hasta el final!

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